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Lydia Raquel Pistagnesi






Cenizas de Abril,
de Lydia Raquel Pistagnesi.
Ilustración: Ana Patiño,
Editorial Dunken, año 2005.


Contratapa del libro

Dijo Ana Emilia Lahitte: “La poesía es un préstamo de finitud, una zona de riesgo de lo sagrado”. Lydia Pistagnesi nos lleva a través de Cenizas de abril, por esa “zona” que a su vez se extiende en diversos ramales, uno de los cuales es el que nos acerca a una sociedad colmada de locura que nos toca vivir hoy, realidad que la autora refleja en varios poemas testimoniales con un verdadero espíritu poético. Otro, entre más, es el que nos conduce a recuerdos de infancia, lugares amados que quedaron intactos a través del paso del tiempo y las tristezas.

Su libro contiene imágenes agudas, lúcidas, que movilizan al lector como hace la verdadera poesía. También encontramos sentimientos que a fuerza de ser personales, son de todos. Así leemos poemas referidos a la madre, los niños de la calle, Buenos Aires, a pasados amores, nostalgia de situaciones vividas con las que no podemos dejar de identificarnos.

Sobresalen fundamentalmente dos entidades primordiales que son la emoción y la sensibilidad. A partir de ellas, Lydia Pistagnesi fragua la belleza. Las palabras trascienden lo fenoménico y se transforman en sentimientos. Su poesía es EN-SÍ porque tiene sólida esencia y luego pasa a ser FUERA DE SÍ y allí adquiere la capacidad de llegar al lector y compartir. En ese acto donde se logra compartir, encontramos la magia donde se plasma la memoria de lo poético.

Cenizas de abril surge en medio de una difícil realidad como una luz que apuntala el amor, la compasión y la ternura.


Susana Cattaneo



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